"Tengo 21 años y estoy enamorada de Dios"

“Dios inunda mi vida”

“Creo que es muy parecido al proceso de cuando te enamoras de una persona: primero la conoces, es atractiva, luego te gusta y luego intentáis coincidir”.

Sofía Torras, joven creyente de 22 años, después de su primer encuentro con Dios, sintió que, poco a poco, iba “enamorándose” de ese Dios que, aunque había estado presente toda su vida porque sus padres eran muy creyentes, había descubierto con 16 años. Así, enseguida se enamoró de Dios y sintió la necesidad, por ese amor que sentía, de acercarse cada vez más a Él, de tenerle cerca. “Primero, descubrí que existía. Y, luego, lo que sería equivalente a empezar a quedar con una persona, empecé a hacer oración, empecé a conocerle y empezó a maravillarme”. Sofía explica cómo fueron los primeros pasos en su relación con Dios:

Como Sofía, muchos otros jóvenes creyentes, después de haber sentido ese encuentro, sienten la necesidad de establecer una relación con ese Dios que acaban de descubrir, de tratarle durante el día para estar más cerca de Él, para estar “más enamorada”, como dice Sofía.  

“Ahora se buscan más unas prácticas de piedad, de devoción, de acercarse a Dios de una forma más directa. Antes era más tradicional, se seguían unas prácticas de piedad impuestas por la sociedad y la tradición”, afirma Salvador Bacardit, rector del seminario de Barcelona.

Carmen Vall, por ejemplo, explica: "Como mi madre se acercaba a Dios es muy diferente a como lo hago yo". En esa época se necesitaba más un Dios de las formas, de lo que está bien y lo que está mal, un Dios más severo, no tanto porque lo sea, sino porque había que vigilar. Y hoy en día se muestra la parte más humana de Dios: Dios te quiere, siéntete querida, Dios te abraza, siéntete abrazada, siéntete protegida. Dios no viene a juzgarte, sino a quererte”.

Es por eso por lo que muchos jóvenes describen la relación con Dios como un amigo, o incluso, como una relación de enamorados, alguien que les acompaña allí donde vayan. En otras ocasiones, también lo sienten como un padre. “Yo no hago las cosas por temor de Dios, sino por amor a Dios; y yo me encuentro con Dios en todas partes, no como antes que solo lo buscaban en la Iglesia”, afirma Natalia Català, creyente de 21 años.

Xènia, creyente de 19 años, explica que ha notado un gran cambio en su vida desde que tiene presente a Dios cada día: “Antes solo iba a misa los domingos y ya está. Durante el resto de días me acordaba de él solo cuando lo necesitaba, pero ahora voy a misa cada día, y estoy con Dios cada día. De esta manera, lo tienes presente cada día, pecas menos y te acercas todavía más a él”.  

Ahora bien, Isa Miralles, creyente de 24 años, que considera a Dios como un “amigo”, también remarca que “la amistad no es fácil, sino que se tiene que trabajar”, “hay que estar en lo bueno y en lo malo”. “Por ejemplo, si voy de camino y me encuentro todos los semáforos en verde, le digo: Gracias, Señor. Pero ante las cosas malas, las cosas que me duelen, le digo: No lo entiendo, pero tú sabes más, me fío” aclara Isa. Y añade: “Sin Dios, en los momentos malos me hundiría”.

Maria Teresa Diestra, creyente de 21 años, también vive su relación con Dios como una amistad, así lo explica ella: “como amigo, lo hablo todo con él”. Por ejemplo, cuando le costó decidirse por la carrera, “en la oración sentí una paz”, que le hizo ayudar a encaminarse, y, aunque esta relación sea menos directa que con sus amigas, “al final Dios se hace entender”, explica.

“Cuando estás cómoda con una persona, entonces intentas sacar tiempo para quedar. Pues con Dios pasa lo mismo” explica Kelly Jiménez, creyente de 26 años. “Es igual que cuando quieres conocer a una persona: le preguntas su nombre, te interesas por las cosas que hace, quieres saber de la otra persona; si tú quieres conocer a Dios, vas a misa, rezas”. Es por eso por lo que Kelly se relaciona con Dios en muchos momentos durante su día.

Cada uno de los jóvenes creyentes se relaciona de una manera distinta con Dios, igual que cada uno de ellos mantiene relaciones distintas con sus amigos, como ellos mismos explican. Sin embargo, todos ellos coinciden en que, una vez se ha producido el encuentro, o una vez se han “enamorado”, como dice Sofía, sienten la necesidad de conocer más a Dios, de tenerle presente en su día a día.

Rocío Castejón, Antonio Trueba y Sofía Torras opinan que la fe es esencial en su día a día:

Los jóvenes creyentes explican que su relación con Dios no es fácil en un contexto en que muy pocas personas de su edad creen con la misma intensidad que como lo hacen ellos, ya que solamente un 35% de los jóvenes catalanes se declaran católicos, por eso, destacan la importancia de encontrar un grupo, una comunidad que les ayude a vivir esa fe.

Carla Sciamma, joven creyente que trabaja en el Secretariado de Pastoral con Jóvenes del Arzobispado de Barcelona, considera que ante un mundo tan secularizado, “es necesario mantenerse en pequeños grupos”.

Por su parte, Isa Miralles opina: “No me imagino vivir mi fe sola porque los humanos tenemos puntos de lucha, los humanos muchas veces nos replanteamos, dudamos, somos muy inseguros. Como cuando haces dieta, hablas con alguien que te anima, necesitamos a otros para que nos motiven”.

Los jóvenes buscan comunidad, familia, como considera el sacerdote Bruno Berchez, Rector de Sant Miquel de Sants, Sant Carles Borromeo y Mare de Déu de la Salut. “Siempre ha sido clave tener un grupo”, añade. “De hecho, esto es, en su origen, una Iglesia: ecclesia significa asamblea, comunidad."

"Antes, en la sociedad franquista, toda la sociedad era la gran comunidad, pero ahora no todo el mundo es comunidad cristiana: tus vecinos no creen, tus amigos tampoco... Entonces debes buscar tu comunidad, aunque tampoco es bueno no relacionarnos con gente de fuera, no hemos de estar solo en un gueto”, explica Bruno Berchez.

Carlos Bosch, sacerdote director del Secretariado de Pastoral con Jóvenes del Arzobispado de Barcelona, destaca la importancia del sentimiento de pertenencia: “La nueva evangelización pasa por ahí: buscar espacios para estar bien”.

“La Iglesia es una comunidad, una familia, una unidad. Por tanto, la dimensión personal ha de ir siempre acompañada de la dimensión comunitaria”, explica Salvador Bacardit, Rector del Seminario de Barcelona.

Como afirma Míriam Diez,  teóloga y directora del Observatorio Blanquerna de Comunicación, Religión y Cultura: “la comunidad nos da sentido: el hecho de poder compartir intereses o maneras de entender la vida, te da mucha fuerza.” La Iglesia está recordando que “la fe se vive en comunidad”, como explica Sofía:

Tal y como explica Sofía, este grupo y comunidad se fomenta en los grupos que se crean en las parroquias. En algunas parroquias de Barcelona hay grupos multitudinarios solo de jóvenes, como en la parroquia de Santa Inés, a la que asisten más de 200 jóvenes, o la parroquia de la Concepción, donde asisten más de 50 jóvenes. Pero esta comunidad no solo se crea en las parroquias, también se crea en los movimientos, en las asociaciones católicas, en los grupos de laicos… "Cada uno con su carisma propio", como explica Bruno Berchez, con su forma única de encontrarse con Dios: pero todos buscan un lugar donde compartir esa fe, poder leer el evangelio o hablar de algún tema relacionado con la fe católica, en función del movimiento. Actualmente en las distintas parroquias y movimientos de Barcelona hay más de 2000 jóvenes que tienen un grupo de personas donde comparten la fe.

“Ayuda mucho tener un movimiento al que pertenecer o un grupo de amigos que piensa como tú para compartir tus preocupaciones con alguien que te puede entender. Es genial sentir que perteneces a algo”, afirma Xènia. “Yo me imagino tener una relación con Dios a solas, y es que no puedo”, añade.

Carmen Vall, madre de familia y trabajadora, coordinadora de Emaús y Effetá, relata que el sentimiento de grupo es fundamental en los retiros de Emaús y Effetá: “En estos retiros pasa una cosa muy curiosa. No conoces a la persona, no sabes a qué se dedica, no sabemos quién es, pero nos conocemos en lo más íntimo, porque nos hemos despegado de las máscaras, nos hemos despegado de lo que aparentamos ser, y eso es muy importante. Nadie se siente juzgado: nadie le va a corregir, al revés, le van a querer”. “Es el inicio de una nueva familia”, opina Carmen. 

Además, en Effetá y Emaús, dos retiros de fin de semana organizados por laicos, también se intenta que esa “familia”, como la describe Carmen, se mantenga, y que la persona se reafirme en su fe, después de ese encuentro con Dios. “La experiencia del amor de Jesús siempre entra por el corazón, cualquier experiencia entra por el corazón, pero luego hay que ponerle la razón” remarca Carmen. Por ello, es importante que después de esta experiencia, puedan entender realmente la fe en la que creen, y no solo se basen en una experiencia espiritual puntual. Por eso "es muy importante la formación", añade.

“El ser humano no es cabeza o corazón: sino que tienen las dos dimensiones: cabeza y pasión. Se ha visto que formar cristianos solamente con sentimientos es algo muy voluble, pero que tampoco funciona solo formar cristianos de forma racional, obedientes, que no tengan capacidad atractiva” explica Joan Costa.

“Se está intentando formar cristianos doctrinalmente muy recios y firmes, pero sentimentalmente muy apasionados: un espacio donde te sientas querido, donde no te riñan, donde te sientas importante” explica Bruno Berchez.

Natalia, una joven creyente de 21 años, remarca: “es importante leer, formarte, porque a veces tienes contradicciones, dudas…”. Sofía Torras afirma que “el corazón da la pureza a todo aquello que se hace, es un acto de amor mucho más pleno”, pero que luego se le ha de añadir la razón, “porque la gente no puede vivir sólo de impulsos”.

Hay algunos jóvenes que explican que su primera aproximación a Dios no es pasional, o experiencial, como en Effetá, sino racional, ya que se acercan a Dios a través de hacerse preguntas. Es el caso de Isa Miralles, creyente de 24 años, que empezó a recibir formación cristiana en un centro católico por curiosidad. “Siempre hubo en mí una necesidad de conocer más”. Y, a través de la formación, se encontró con Dios, como ella explica.

De hecho, uno de los métodos propios de Nueva Evangelización es Alpha, un método que surgió en la Iglesia anglicana Holy Trinity Boston, en Londres, pero que pronto se extendió para que se pudiese aplicar en la fe católica y que ha llegado a 121 Países. En el 2020, más de 1'3 millones de personas de todo el mundo asistieron a Alpha. En España, 35.000 personas han hecho Alpha. Alpha "es un método que se basa en encontrar a Dios a través de la razón", explica Sofía.

Héctor de Arriba, que trabaja en el Secretariado de Pastoral con Jóvenes del Arzobispado de Barcelona, considera que Alpha es un método muy atractivo porque se basa en la confianza y nadie se siente juzgado: “Después de la cena hay una charla sobre Jesús y la fe cristiana, pero luego hay un momento en el que cada uno opina abiertamente sobre esta charla, sobre lo que cada uno piensa. Es muy bonito decir al no creyente: nos interesa saber tu versión, cómo ves tú mi fe, y conocer otras realidades. A la gente le gusta ser escuchada, hablar. Es un entorno cero hostil ,donde se pueden expresar todo tipo de sentimientos sobre Jesús y la Iglesia, sin sentirse juzgados, ni reprimidos”.

Alpha es un ejemplo de método de evangelización propio de la "Nueva Evangelización". "En Alpha se procura explicar el mensaje de Jesús de forma atrayente. Y esque la formación que se intenta ofrecer en la Iglesia es una formación adaptada a la sociedad de hoy en día", explica Sofía. El Papa Emérito Benedicto XVI puso mucho énfasis en “hacer atractivo el mensaje de Jesús”, como dice Salvador Barcardit, rector del Seminario de Barcelona. "El mensaje de Jesús sigue siendo el mismo", como afirma el sacerdote Lluís Tusquellas, pero la Iglesia "está innovando en las formas en las que transmite el mensaje."

Este cambio en las formas se refleja, por ejemplo, en la creación de métodos como Alpha, pero también en otros métodos de Evangelización, como Lifeteen, un método catequético para adolescentes de 3º y 4º de la ESO y Bachillerato que se creó en 2016 en EEUU. Lifeteen es un método basado en la acogida, el sentimiento de pertenencia y en explicar el mensaje de Jesús de una manera atractiva, con juegos, dinámicas de grupo y pequeñas charlas, acompañados de una oración, como explica Xènia, monitora de Lifeteen en la parroquia de Santa Inés. "Es un método que permite dar a conocer la fe de manera divertida y animada para los jóvenes", añade. Sofía, que también ha sido monitora de Lifeteen durante varios años, nos explica que “es un modelo de catequesis y de educación que se imparte de forma distinta, de forma más divertida para niños y adolescentes, y fomenta mucho más la comunidad y el encuentro personal”. 

Lifeteen es un método de evangelización que llegó a Barcelona en 2016 y que se aplicó por primera vez en la parroquia de Santa Inés, pero que actualmente ya se ofrece en muchas otras parroquias de Barcelona. Emma de Ribot explica cómo conoció este método de evangelización y en qué consiste:

Como Lifeteen, hay muchas metodologías nuevas que intentan transmitir el mensaje de Jesús de forma atractiva y actual para adaptarse a los jóvenes. Estas metodologías utilizan, por ejemplo, música, luces, imágenes atrayentes… Por tanto, también hay una voluntad de adaptar la evangelización en sus formas, incluso en la liturgia, en la decoración, en la música…

En muchas ocasiones, son los propios jóvenes que, después de haber sentido la experiencia de Dios, tienen iniciativa para crear un grupo de música cristiano pop, o dedicarse a pintar ilustraciones atractivas de la Biblia, y así poder transmitir el mensaje a todo el mundo. “Los jóvenes aportan nuevos proyectos y nuevas maneras de acercar a la gente a Dios”, opina Natalia Català.

¿Cuáles son estos proyectos?